Los padres siempre tienen la razón. Hace tiempo leí en alguna parte una frase: “¿Qué prefieres?, ¿tener la razón o ser feliz? No puedes tener ambas”. Esta frase causó gran conmoción en mi vida y a la vez me liberó de la necesidad de justificar y convencer a otros de mi punto de vista. En relación a tus padres puede serte de mucha utilidad. He podido comprender que cuando tienes demasiadas opiniones sobre ellos tu vida se enreda significativamente. Desde tu lugar de hijo puedes tener grandes expectativas sobre ellos y a la vez grandes juicios, y ambos hacen que no tengas una clara imagen de que realmente solo son seres humanos imperfectos como cualquier otro.
Toda opinión sobre cómo debieron o deberían ser que tengas en tu cabeza es un conflicto interno que estás viviendo en tu vida diaria con otros. La resistencia que haces a su forma de llevar la vida, comportarse, o si lo que te dieron fue suficiente, está negando nada menos que la realidad.
Sí: tus padres son como son y fueron como fueron. No hay nada que puedas hacer al respecto. Eso es lo que hay, lo que te tocó y cuando te resistes a ello te estás resistiendo a tu propia historia como fue y por lo tanto a ti mismo y lo que te ha hecho quien eres.
Quien eres hoy es el producto de cada instante vivido y todas las herramientas y capacidades que desarrollaste para sobrevivir. Bert Hellinger dice que si no tuviéramos dificultades nunca dejaríamos de ser niños. Cuando críticas o juzgas a tus padres sigues siendo un niño que no quiere crecer enfrentando las dificultades y fortaleciéndose con ellas.
No es necesario que estés de acuerdo con ellos, ni que los apruebes, ni que te gusten sus decisiones o su forma de ser. Nada de eso te sirve para la vida. Lo único que sirve es tomarlos como son sin querer cambiarlos ni juzgar lo que han hecho ni opinar sobre nada que los involucre.