Para tomar la vida requieres ver la vida tal cual es. Esto incluye los padres que tuviste, si estuvieron presentes o no, si murieron o viven. También incluye el contexto socio-económico, la ciudad o el país en el que naciste y/o fuiste criado. Las oportunidades que tuviste, los hermanos, tíos, primos, abuelos que te acompañaron. No puedes ver aquello que no existió, cuando piensas en todo lo que “debió ser” en aquello que hubieras querido tener, en si algo no hubiera pasado o sucedido no estás en el mundo real sino en una fantasía que no existió jamás. Esto no te da fuerza porque solo puedes tomar de lo que sí fue. Por eso es importante hablar de los hechos tal cual son. Cuando dices “si pero” estas acomodando la realidad a lo que quieres ver.
¿Estás casada? Si, pero, él se fue a vivir con otra.
¿Eres socio de la empresa? Si, pero, no aparezco en los papeles.
¿Tienes hijos? Si, pero son mis gatos.
Solo tomas la realidad cuando la llamas por su nombre, sin eufemismos ni decoraciones, sin sentarte a esperar el momento en el que será como esperas o como debería ser. Aunque duela, es mejor una buena dosis de realidad que te permita ver lo que sí fue y es, y de esa manera tomarlo totalmente como tu vida y tu historia. En mi opinión la historia de nuestra vida es solo una versión libre y espontánea de lo que realmente sucedió.
Nuestras memorias sólo son retazos de momentos de gran intensidad emocional positiva o negativa que quedan grabados en nuestro cerebro y luego unimos todos esos retazos y a eso llamamos “nuestra historia”. En realidad hay una gran cantidad de eventos olvidados, contextos desconocidos que simplemente te perdiste u olvidaste.
Tu historia está llena de aspectos que te gustan y otros que preferirías no hubieran sucedido. Yo te recomiendo considerar que sin importar tu opinión o tu preferencia las cosas ya fueron de esta manera y acogerlas tal cual como son te da la fuerza para construir algo nuevo y tal vez diferente mirando hacia adelante.